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Flora y fauna

CLIMA Y BIODIVERSIDAD




La Isla Grande de Chiloé con un clima templado, marítimo lluvioso, presenta temperaturas medias de unos 11 °C y precipitaciones ligeramente superiores a 2000 milímetros anuales en su parte oriental y a 3000 milímetros en su costa occidental y más de 4000 milímetros en sectores altos de la Cordillera del Piuchén. Las nevadas son poco frecuentes, pero llueve durante todo el año (se dice que en Chiloé en un día se pueden observar las cuatro estaciones del año). En este ambiente el bosque nativo se destaca por su riqueza florística y por albergar numerosas especies endémicas de flora y fauna.


La cercanía al mar provee un clima benigno para la agricultura y también múltiples recursos como algas, peces y mariscos. La papa constituye la base de la alimentación familiar. Chiloé es uno de los centros de origen de la papa, y como tal, sus habitantes han desarrollado y perfeccionado el cultivo de más de 200 variedades de papas de distintos colores, formas y sabores. La producción de hortalizas es de gran importancia para las familias campesinas. La huerta no es sólo una forma de autoabastecimiento de verduras frescas sino que también juega un rol fundamental en la salud de las familias campesinas ya que en ella se mantienen diversas hierbas medicinales para el tratamiento de enfermedades y ‘dolencias’. En suma, las comunidades rurales de Chiloé cuentan con un capital natural de gran riqueza que han sabido utilizar a través de los años desarrollando una doble vocación: La de agricultores y pescadores-recolectores.


EL BOSQUE CHILOTE


El archipiélago de Chiloé en el hemisferio Sur permite el desarrollo de un bosque único en el mundo, con una variedad de árboles del cual pueden extraerse buenas maderas, esto permite al hombre chilote utilizar su ingenio para construir y dar vida a una serie de elementos representativos de una cultura material, cuyo hilo conductor es la ‘madera’. Así, el bosque nativo de Chiloé al que llamamos habitualmente como el ‘monte’, se va constituyendo en uno de los tres principales elementos, con que a diario convive el hombre isleño: Monte, Tierra y Mar.


En la Isla Grande de Chiloé, podemos observar el bosque tipo ‘Valdiviano’ que puede describirse como “Una abigarrada selva saturada de agua durante el invierno y sólo un poco menos húmeda durante los meses de verano. Su productividad es alta, correspondiendo al tipo forestal más complejo ecológicamente y más rico en diversidad biológica, formando un intrincado mundo vegetal donde los grandes árboles están acompañados de innumerables especies de arbustos, enredaderas, epífitas, hierbas, musgos, líquenes, hongos y una rica fauna compuesta de animales vertebrados, invertebrados y microorganismos”.

(“El Bosque Chilote”, Colección Bosque Educa. 1999).


LOS RECURSOS FORESTALES


El bosque es un recurso fundamental para las familias campesinas. La leña es el principal combustible para calefacción y la madera es el material predominante en la construcción de casas, embarcaciones, galpones e iglesias.


La escasez de los recursos forestales y el cambio en los rubros agrícolas son la causa de la desaparición de algunas prácticas tradicionales en el mundo campesino; junto a la disminución del bosque, antiguos oficios como la carpintería de ribera, la fabricación de artilugios en madera, la elaboración de tejuelas (que se utilizan en techumbres y revestimientos exteriores de viviendas) y la cestería son faenas que se encuentran en franca retirada.


Los principales árboles que ocupan el espacio chilote son: Arrayán (Luma apiculata), Avellano (Gevuina avellana), Canelo (Drimys winteri), Ciprés de las Guaytecas (Pilgerodendron uviferum), Coigüe (Nothofagus dombeyi), Coigüe de Chiloé (Nothofagus nitida), Coigüe de Magallanes (Nothofagus betuloides), Fuinque (Lomatia ferruginea), Luma (Amomyrtus luma), Mañío macho o de hojas punzantes (Podocarpus nubigena), Mañío hembra (Saxe-Gothaea conspicua), Melí (Amomyrtus meli), Notro o ciruelillo (Embothrium coccineum), Ñirre (Nothofagus anctartica), Olivillo, tique o teque (Aextoxicon punctatum), Pelu (Sophora microphylla), Tepa (Laureliopsis philippiana), Tepu (Tepualia stipularis), Tiaca o quiaca (Caldcluvia paniculata, Tineo o tenío (Weinmannia trichosperma) y Ulmo (Eucryphia cordifolia).


ARCHIPIÉLAGO DE CHILOÉ: UNA DIVERSIDAD DE ESPECIES


En Chiloé habitan más de 35 especies de aves que comparten un territorio y los bosques más antiguos. Así mismo, anualmente llegan al archipiélago una variedad importante de aves migratorias que encuentran en estos paisajes un espacio óptimo para su desarrollo.


En los bosques, las aves son componentes extremadamente importantes, ya que constituyen los principales distribuidores de semillas: Alrededor de un 70% de las especies leñosas y epífitas son dispersadas por aves que se alimentan de sus frutos.

En Chiloé, podemos destacar al picaflor, pájaro carpintero, pitío, tordo, zorzal, hued-hued del sur, aguilucho, jote de cabeza colorada, jote de cabeza negra, tiuque, traro, diucón, bandurria, cachaña, choroy, chincol y chucao, entre otros.

El Chucao, es considerado en Chiloé un ave ‘agorera’, que tiene un canto muy particular, de tal manera que si canta a la derecha de una persona, ésta tendrá buena suerte en su viaje y si canta a la izquierda, ocurrirá lo contrario.


En cuanto a los mamíferos en Chile, éstos conforman cerca de 150 especies nativas, representados en siete órdenes de mamíferos terrestres y dos órdenes de mamíferos marinos.


Al igual que la flora, muchas de estas especies de mamíferos presentan relaciones evolutivas con fauna de lugares tan alejados como Australia y Nueva Zelanda. Entre los mamíferos terrestres y acuáticos presentes en el archipiélago de Chiloé, podemos destacar las siguientes especies: Huillín (Lutra provocax), chungungo (Lutra felina), quique (Galictis cuja), chingue común (Conepatus chinga), huiña (Felis guigna), lobo de un pelo o lobo común (Otaria flavescens), lobo fino o de dos pelos (Arctocephalus australis), coipo (Myocastor caypus), zorro de Chiloé (Pseudalopex fulvipes), pudú (Pudu pudu), comadrejita trompuda (Rhyncholestes raphanurus) y monito del monte (Dromiciops australis), entre otros. Este último, presenta características que lo hacen un verdadero fósil viviente, un mamífero endémico, representante del orden microbiotheria, un orden ancestral de la rama de los marsupiales, que originaron los actuales canguros australianos. Posee cola prehensil y manitos con el pulgar opuesto, como la mano de los seres humanos. Construye nidos en forma de bola, con una entrada lateral, entre la espesura de las quilas o dentro de troncos huecos de los árboles. En estos nidos el monito del monte hiberna, alimentándose de la grasa que acumuló en su cola durante la primavera y el verano. Es un activo comedor de insectos, pero también se alimenta de frutas. Posee bolsa marsupial y puede albergar hasta cuatro crías en ella. Comúnmente en Chiloé recibe el nombre de ‘Chumaihuén’.


Por otro lado, es habitual que en la costa occidental de la Isla Grande de Chiloé y en el Golfo de Corcovado, se puedan observar especies de ballenas tan particulares como la ‘ballena azul’, el mamífero marino más grande en existencia.


Variedades de insectos, reptiles y anfibios habitan en los bosques de Chiloé, entre los que se destacan el caracol negro (Macrocichlys peruviana) o comúnmente conocido como ‘Caracol gigante de los bosques’ y la “Ranita de Darwin” (Rhinnoderma darwinii), uno de los batracios más conocidos del mundo, desde que Charles Darwin lo descubrió en 1834. Habita lugares húmedos y selváticos donde hay mucha agua y podemos encontrarlo entre Curicó y Puerto Aysén.




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